En los años posteriores a la conquista se comienzan a edificar en Los Realejos multitud de ermitas o capillas que, con el paso de los años y las sucesivas fases constructivas, se transforman en templos de amplias proporciones, llegando a convertirse en parroquias.
Sin embargo, las elevadas en las haciendas por sus propietarios van a tomar una titularidad pública. Los mejores ejemplos de este patrimonio eremítico se concentran en la zona baja del municipio, donde se localizan las principales haciendas de la Villa.
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