Rapaces

La diversidad de ecosistemas presentes en Los Realejos hace posible que la mayor parte de las rapaces del Archipiélago se encuentren nidificando en el municipio.

Extinguidos desde hace décadas el alimoche comúnguirre” y el milano real, en la actualidad, la rapaz más abundante de todas es el cernícalo vulgar, un halcón de entre 31 y 37 centímetros de largo y entre 69 y 78 centímetros de envergadura, que muestra una extraordinaria capacidad de adaptación a la hora de nidificar o de procurarse alimento. Prefiere los campos agrícolas tradicionales y tiene su hábitat en una gran variedad de entornos, desde costas y bosques abiertos, a ambientes urbanos.

Sexualmente dimórfico en plumaje y tamaño, la principal diferencia radica en que el macho muestra un plumaje gris azulado por la cabeza y la cola, mientras que la hembra es casi por completo marrón, con franjas transversales negras.

En el pinar y en zonas arboladas de la ladera de Tigaiga y Barranco Ruiz, podemos encontrar al gavilán, una especie eminentemente forestal y de difícil observación, que se alimenta principalmente de otras aves más pequeñas que captura en vuelo.

Como en otras rapaces, las hembras de gavilán resultan ostensiblemente más corpulentas que los machos, siendo una especie que ha adquirido algunas adaptaciones tendentes a facilitar su movilidad en las intrincadas espesuras boscosas, como la posesión de alas cortas y redondeadas y una cola particularmente larga, que le otorgan gran capacidad de maniobra y aceleración.

Casi desconocido hasta hace dos décadas, el halcón de berbería o tagarote, una especie ligada principalmente a los acantilados marinos, pero que también se puede observar en barrancos y riscos del interior, ha experimentado una gran recuperación natural en los últimos años. El “tagarote” caza otras aves, especialmente palomas, a enormes velocidades y en pleno vuelo realizando espectaculares picados.

Las rapaces nocturnas, nuestras populares “corujas” están representadas por dos especies, el búho chico y la lechuza común. El primero de ellos presenta una coloración marrón oscura y dos penachos cefálicos de pequeñas plumas, a modo de “orejas”. En Los Realejos es frecuente verlo en barrancos cercanos a los cascos urbanos.

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Mucho más escasa es la lechuza común, reconocible por su voluminosa cabeza y su contrastado plumaje, en el que predominan los tonos leonados y dorados en el dorso y el blanco en las zonas ventrales. Su hábitat natural lo constituyen los barrancos y escarpes de las zonas bajas, en los que encuentra grietas y tubos volcánicos ideales para la cría.

La colisión con vehículos y el uso indiscriminado de venenos en la agricultura, son las principales causas de mortalidad de estas especies, que por su principal fuente de alimentación, ratas y ratones, son muy beneficiosas para la agricultura y la salud humana.