A pesar de la pérdida de muchos de los edificios históricos que definieron el perfil urbano, debido en gran parte al desarrollo económico de los últimos años, aún se pueden contemplar interesantes inmuebles que nos hablan de un pasado cargado de acontecimientos, de propósitos, de proyectos artísticos, culturales y sociales.
Independientemente de sus numerosos núcleos de población, Los Realejos desplegó todo su devenir en los llamados Realejo Alto, Realejo Bajo y San Agustín, lugares en los que la arquitectura, tanto civil como religiosa, tuvo mayor protagonismo.
Si bien jamás contó con unos edificios de empaque artístico, pues sus propietarios pertenecieron en general a la burguesía agraria, supo integrar, en cambio, en su comportamiento urbano los principales movimientos, desde los modelos tradicionales, más abundantes y significativos, pasando por los referentes clasicistas hasta los lenguajes eclécticos.
El mayor número de edificaciones pertenecen a los siglos XVIII-XIX, con las aportaciones de la siguiente centuria. Los materiales empleados son los usuales en estas construcciones: muros de mampostería enjalbegados, madera (casi siempre tea) para los vanos, escaleras, pies derechos, techumbres, etc. En muchas ocasiones aparecen los yesos y los azulejos, dependiendo siempre de las tendencias artísticas.
La vivienda tradicional ofrece fachada plana, con o sin balcón, y patio central, lateral o trasero. No es extraño encontrar inmuebles en los que se fusionan distintos estilos; el frontispicio suele ocultar el verdadero lenguaje estilístico de la casa, perteneciendo a otra época.
Estos resultados arquitectónicos se encuentran en todos y cada uno de los núcleos urbanos que componen el municipio.